RESUMEN | 'El alambre de púa' de Horacio Quiroga
- todomenosleer
- 13 hours ago
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Dos caballos, hartos del encierro y movidos por el deseo de libertad, emprenden una aventura que los lleva más allá de cercos, monte y alambrados. Unidos por la curiosidad y la fraternidad, se abren paso a través del paisaje agreste de Misiones, descubriendo el sabor de la independencia y el riesgo de sus propias decisiones. Con una prosa precisa y envolvente, Horacio Quiroga transforma una simple fuga animal en una metáfora sutil sobre la ilusión de la libertad y los límites invisibles que la rodean.
RESUMEN del cuento 'El alambre de púa' de Horacio Quiroga:
El cuento comienza con la inquietud de un caballo alazán que durante quince días ha intentado descubrir por dónde escapa su compañero, el malacara, del potrero donde están encerrados. A pesar de recorrer la chacra y vigilarlo, no logra encontrar la salida que utiliza el otro. El cerco de monte es tan espeso que ni siquiera permite asomar la cabeza, por lo que el alazán sospecha que el paso debe estar en otro lado.
El malacara responde a los relinchos del alazán desde dentro del monte, con llamados breves pero prometedores, como si le ofreciera acceso a un paraíso de comida. Lo más desesperante para el alazán es que el malacara regresa varias veces al día para beber agua, y cuando lo hace, el alazán se propone no despegarse de él. Sin embargo, en algún momento el malacara se interna otra vez en el chircal y desaparece, dejando a su compañero frustrado y confundido.
Finalmente, una mañana, el alazán descubre accidentalmente la brecha: un pequeño sendero que se interna en el monte, invisible desde su perspectiva habitual. Allí encuentra al malacara comiendo hojas. El camino había sido abierto por un árbol caído (un incienso desarraigado), y el malacara lo conocía bien. Lo que había despistado al alazán era que la entrada formaba un ángulo muy oblicuo con el camino que siempre tomaban, y como él nunca recorría el camino en sentido inverso, jamás lo había notado.
Una vez reunidos, los caballos deciden alejarse del potrero. Avanzan por el monte, que resulta ser poco denso y transitable. Luego atraviesan una capuera cubierta de tabaco silvestre, que el alazán —más viejo y experimentado— lidera con soltura. Tras una media hora de caminata llegan a un alambrado. Lo inspeccionan y, al poco tiempo, encuentran un lugar donde un árbol caído ha vencido los hilos: logran cruzar sin dificultad.
Del otro lado, se encuentran con un paisaje deslucido: pasto helado, un bananal quemado por la escarcha y una plantación de yerba mate. Aunque no les resulta particularmente atractivo, los caballos siguen avanzando, guiados más por el placer de explorar que por la necesidad de comer. Pronto otro alambrado les corta el paso, pero bordeándolo llegan a una tranquera abierta que les permite acceder al camino real.
Allí se sienten plenos, libres, invencibles. Sienten que han logrado una hazaña digna de admiración: han escapado del potrero y han explorado un mundo nuevo. El día es espléndido, y los caballos caminan bajo el sol, disfrutando del paisaje. En ese momento divisan un campo cubierto de pasto verde —algo inusual para el invierno— y se acercan con entusiasmo.
En el camino se topan con un grupo de vacas que están detenidas frente a una tranquera cerrada, observando el pasto sin poder entrar. El alazán les pregunta por qué no entran, y las vacas le responden que no se puede. Orgulloso, el alazán afirma que él y su compañero han logrado pasar por todas partes. Las vacas, sin impresionarse, lo acusan de seguirlas siempre y de no poder pasar sin ayuda. Además, señalan que los caballos son animales que se dejan contener con un solo hilo de alambre, a diferencia de ellas.
En medio de esta discusión, mencionan al toro Barigüí, quien es el único que realmente puede pasar cualquier cerca, incluso el temido alambre de púa. Las vacas lo admiran porque abre camino y ellas lo siguen después. Los caballos, asombrados, aceptan su inferioridad ante el toro. Pronto aparece Barigüí, quien intenta sin éxito mover la tranquera, y luego bordea el alambrado hasta hallar un lugar donde puede forzarlo: levanta los hilos con el testuz y pasa, recibiendo algunos rasguños pero logrando su objetivo. Las vacas intentan seguirlo, pero se detienen por miedo al dolor.
El toro entra en la plantación de avena de un chacarero, que al advertirlo sale corriendo con un palo e intenta echarlo. Barigüí, con movimientos burlones, esquiva los golpes hasta que el hombre logra arrinconarlo contra el alambrado. El toro, con su fuerza bruta, vuelve a pasar hacia afuera levantando los hilos, haciendo que vuelen grampas a veinte metros.
Los caballos, asustados por la actitud decidida del hombre, regresan lentamente a la chacra. Mientras caminan, escuchan cómo el chacarero se queja con el dueño del toro, un polaco llamado Zaninski, que se desentiende del problema. Se burla, culpa a las vacas de otros vecinos y finge que no puede hacer nada, cuando en realidad parece divertirse con las hazañas destructivas del animal. El chacarero le advierte que esta vez pondrá un nuevo alambrado reforzado y que el toro se lastimará si intenta pasar.
Los caballos, después de observar la escena, vuelven a la chacra. El alazán, por su audacia, recibe una soga como reconocimiento. A la mañana siguiente, vuelven a escapar siguiendo el mismo camino. El día es caluroso y claro, y al llegar al mismo lugar donde Barigüí pasó, ven a las vacas otra vez detenidas frente al cercado. Pero esta vez el alambrado ha sido reemplazado por postes más sólidos y solo dos hilos de alambre de púa muy tensos. Los caballos examinan con detenimiento la estructura y concluyen que está bien hecha, aunque se decepcionan de que solo tenga dos hilos. Sin embargo, confían en que esta vez el toro no podrá pasar, como aseguró el hombre.
Las vacas, una vez más, los desprecian, recordándoles que son caballos con soga, y que Barigüí ya pasó por el fondo. Efectivamente, el toro aparece y se lanza contra el alambrado. Con su fuerza logra atravesarlo, pero esta vez queda gravemente herido: de su cuerpo brota sangre en abundancia. Se tambalea y cae, vencido por las heridas. Al día siguiente, el polaco va a buscarlo y, al ver su estado, decide carnearlo.
El cuento termina con una escena simbólica: el malacara regresa a casa llevando en sus alforjas dos kilos de carne del toro que alguna vez admiró.
ANÁLISIS del cuento 'Una estación de amor' de Horacio Quiroga:
Personajes
1. El alazán Caballo viejo, curioso, terco y con algo de experiencia. Representa al animal que busca respuestas, que se frustra, pero también que observa y aprende. Su orgullo lo lleva a querer imitar al malacara y a los demás animales, aunque siempre con un dejo de ingenuidad.
2. El malacara Caballo más joven o más impulsivo, pero con iniciativa. Es el que descubre la brecha en el monte y se escapa primero. Aunque es travieso, también es noble y leal: responde a los llamados del alazán, y al final, juntos se embarcan en la aventura.
3. Barigüí (el toro) Figura dominante del relato. Representa la fuerza bruta, la terquedad, la desobediencia y el impulso incontrolable. Es admirado por las vacas y temido por los hombres. Finalmente, su exceso de confianza le cuesta la vida.
4. Las vacas Son un colectivo que observa y comenta. Se muestran altaneras, competitivas y despectivas con los caballos. Representan la masa que sigue al líder sin actuar por cuenta propia. No pasan el alambrado, pero presumen del poder del toro.
5. El chacarero (dueño de la avena) Figura de autoridad y trabajo. Representa el orden, la propiedad y el esfuerzo por proteger lo suyo. Aunque intenta controlar a Barigüí, se ve constantemente frustrado por su dueño.
6. Don Zaninski (el polaco, dueño del toro) Personaje que personifica la irresponsabilidad disfrazada de inocencia. Se ríe del caos que causa su toro y se desentiende de los daños. Representa al que se aprovecha del sistema sin asumir consecuencias.
Temas principales
1. La libertad vs. los límites El cuento gira en torno al deseo de los animales de liberarse del encierro. Sin embargo, esa libertad tiene obstáculos (alambrados, monte, hombres), y no todos están dispuestos a enfrentarlos del mismo modo.
2. La fuerza bruta vs. la inteligencia Barigüí puede pasar cualquier cerca, pero lo hace con fuerza, no con astucia. Los caballos, en cambio, buscan entender cómo funcionan los cercos. Al final, la fuerza bruta se vuelve en contra del toro.
3. El orgullo y la identidad animal Cada especie se cree superior. Los caballos se sienten orgullosos de su travesía, las vacas de su audacia colectiva, y el toro es el símbolo del poder. El cuento critica esa vanidad, mostrando que ninguna es invulnerable.
4. El orden humano vs. el caos animal La historia muestra el intento del ser humano por imponer límites (el potrero, los cercos), mientras que los animales constantemente los transgreden. Es una tensión constante entre civilización y naturaleza.
5. El precio de la transgresión Barigüí, símbolo de la rebeldía sin límites, termina herido de muerte. La historia deja una advertencia clara: la desobediencia sin medida puede costar caro.
Interpretación simbólica
El alambre de púa: representa los límites físicos, sociales o incluso morales que se imponen sobre los seres vivos. Puede simbolizar la ley, el castigo, o la estructura que evita el caos.
Barigüí: puede leerse como una figura trágica, un rebelde que no conoce freno. También puede verse como una crítica a los que se creen por encima de todo, incluso del dolor y la ley.
Los caballos: representan la clase media obediente, capaz de transgredir, pero dentro de ciertos límites. Aprenden, observan, reflexionan.
Las vacas: simbolizan la masa pasiva y dependiente. No actúan, pero se jactan de lo que hace otro.
El chacarero y el polaco: el primero representa el esfuerzo individual, el segundo, la irresponsabilidad ajena que pone en riesgo a todos.
Estilo y recursos literarios
Narración objetiva con tono irónico: aunque es una fábula, la narración mantiene un estilo sobrio, con un leve tono humorístico que critica el comportamiento humano a través de animales.
Antropomorfismo: los animales piensan, hablan y discuten como humanos, pero conservan sus características naturales. Esto permite una sátira velada de las relaciones sociales humanas.
Diálogos sutiles y efectivos: el cuento logra construir tensiones y relaciones entre especies a través de breves pero significativos intercambios de palabras.
Descripciones precisas del entorno: Quiroga retrata el paisaje misionero con detalle sensorial (el frío, la bruma, el monte), lo que refuerza la ambientación y la sensación de estar en un entorno vivo y hostil.
Estructura del cuento
Inicio: misterio y frustración del alazán por la desaparición del malacara.
Nudo: descubrimiento de la brecha, exploración de los campos, encuentro con el grupo de vacas y el toro.
Clímax: hazaña del toro que atraviesa el alambre de púa y termina gravemente herido.
Desenlace: muerte del toro, regreso de los caballos, y la reflexión final sobre lo inútil de la violencia bruta ante un límite bien impuesto.
Contexto de producción
El cuento forma parte de Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), obra fundamental de Horacio Quiroga. Escritor uruguayo, vivió en Misiones (Argentina), donde se empapó de la vida rural y selvática que marcó profundamente su literatura. En muchos de sus relatos, la naturaleza es hostil, salvaje, y se presenta como un límite constante para el ser humano (y, en este caso, para los animales). Su estilo está influenciado por Edgar Allan Poe y el naturalismo.